jueves, 22 de noviembre de 2012

Plagio



En el Diccionario de la lengua española de la Real Academia Española se define plagio como acción de «copiar en lo sustancial obras ajenas, dándolas como propias».1 Desde el punto de vista legal es una infracción al derecho de autor acerca de una obra artística o intelectual de cualquier tipo, en la que se incurre cuando se presenta una obra ajena como propia u original.
Así pues, una persona comete plagio si copia o imita algo que no le pertenece y se hace pasar por el (la) autor(a) de ello. En el caso de documentos escritos, por ejemplo, se tipifica este delito cuando, sin uso de comillas o sin indicar explícitamente el origen, ni citar la fuente original de la información, se incluye una idea, un párrafo o una frase ajenos.
Esto constituye específicamente una violación a la paternidad de la obra, considerada dentro del marco de los derechos morales.
En la Ley Federal del Derecho de Autor la palabra "plagio" no existe, aunque es una acción que algunos realizan. En México la norma san- ciona la reproducción indebida de obras, si el ilícito se logra demostrar en un tortuoso proceso. Además, quien denuncia el plagio vive un doble supli- cio: ser relegado del mundo literario y ser tratado como si fuera el infractor.

En los diccionarios la palabra plagio sí existe y tiene varias definiciones: "Copiar a un autor y atribuirse indebidamente pasajes de su obra", "copiar en lo sustancial obras ajenas, dándolas como propias". La acción está clara. Lo extraño es que este concepto no se encuentra incorporado como tal en las leyes de propiedad intelectual no sólo en México, sino en un gran número de países; es decir, no hay un tipo penal de plagio, ni tampoco una infracción explícita para el mismo.

El plagio es una figura del derecho romano que consistía en vender esclavos del prójimo co- mo propios; es decir, la venta de cosas ajenas, y quien cometía el delito era condenado con la pena de azotes. Aunque en la antigüedad no había una defensa del autor, el mayor castigo que recibían los plagiarios era el desprecio de la sociedad y, en consecuencia, el destierro.

El tema ha recorrido la historia a partir de la aparición de la imprenta. Ahora salta a debate por la situación generada con el caso de Saltiel Alatriste, a quien varios escritores lo tenían en la mira desde hace tiempo. Pero el 23 de enero, cuando se anunció que había ganado el Premio Xavier Villaurrutia de Escritores para Escritores 2012, volvió a resurgir la acusación de plagio literario que Alatriste ha cometido por lo menos en los últimos siete años. La andanada de evidencias provocó que renunciara el 15 de febrero al premio Villaurrutia y a Difusión Cultural de la UNAM. Pese a que negó haber cometido plagio, reconoció "haber copiado unos párrafos que sí son literales, sin comillas, ni citar la fuente". El plagio es una práctica que, por desgracia, está enquistada en el mundo literario y, a veces, hasta cobijado por ciertas editoriales. Cuando se ha denunciado, los casos no han llegado en México a sentencias, pero en otros países ha prosperado el castigo. Los ejemplos más recientes son los de Arturo Pérez-Reverte, en España, y Alfredo Bryce Echenique, en Perú. El primero plagió el guión Corazones púrpura, de Antonio González Vigil. Luego de diez años de juicio, la corte condenó (en mayo de 2011) al famoso escritor y periodista a pagar 80 mil euros. En el segundo caso, uno de los escritores más laureados fue acusado por plagiar 16 artículos de 15 autores de la revista Jano: la autoridad de su país lo condenó a pagar, en 2007, cerca de 40 mil euros.

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www.periodistasenlinea.org

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